Antes de nada, queremos compartir con vosotros nuestra definición de impúdico. Para muestra, un botón. O mejor dicho, una perla hecha frase:
- Señorita de la Corte Electoral: "¿De qué medio vienen?"
- Mari Luz: "De El Economista y Público"
-Señorita con cara de extrañada: "¿Del economista impúdico?"
Pues sí. Algo impúdicas hemos sido estos días. Y no porque hayamos sido las protagonistas de hechos contra el decoro, sino porque le hemos echado más morro que en toda nuestra vida junta, con fantástico resultado. Disfruten con el relato...
Acto primero
Todo empezó una tarde en El Alto, barrio-ciudad emblemático donde los haya en Bolivia. Evo, muy vinculado a este lugar, lo eligió para cerrar su campaña... y por supuesto, allí fuimos nosotras. Al principio todo normal. Periodisteo sencillo, crónica de color y libres de trabajo a partir de las cinco de la tarde. Pero todavía quedaban tres horas para que apareciera el 'hermano presidente' ...y todo el mundo sabe que en tres horas puede pasar de todo.
Pues bien, todo el mundo tiene razón, y cinco horas más tarde...
Ahí estábamos las periodistas impúdicas tomando chuflays en un antro de El Alto con prácticamente toda la plantilla de inspectores de trabajo de La Paz (doce para ser exactos, entre ellos un ex minero que parecía que le habían sacado la muela del juicio, pero no, era coca --hoja de coca, mamá--) después de haber bailado danzas aymaras sin parar y haber hecho tres congas con tropecientos funcionarios del Ministerio de Trabajo, otros tantos militantes del MAS y algún que otro despistado (hay fotos).
Nuestros 'anfitriones', no sólo no nos dejaron pagar ni uno sólo de los tragos que tomamos, sino que además nos escoltaron muy amablemente desde El Alto hasta nuestro hotel. Entre medias dio tiempo a que algunos de los presentes en el autobús de vuelta a casa entablaran una pequeña discusión sobre el Ejército boliviano que quedó zanjada con un sonoro:
- "SEÑORES, POR FAVORRRRRRRRRRR"
tras el cual todos los presentes en el vehículo agacharon la cabeza y musitaron: "perdón señorita"(menuda capacidad de resolución de conflictos tengo yo cuando me pongo).
Acto segundo
FLASHBACK: En el Palacio Presidencial. "¿Cómo? ¿Que no nos lleváis vosotros hasta Cochabamba para ir al viaje de prensa con Evo Morales? ¿Y cómo vamos hasta allí?".
En ese momento no teníamos ni idea de cuán lejos llegaríamos para regresar a Cochabamba (por tercera vez). El viernes amaneció como cualquier otro día. Sin quitarse el pijama, Mari Luz decidió intentar por enésima vez que alguien de presidencia nos llevase a Cochabamba en avión y no tener que hacer de nuevo las malditas ocho (que luego son diez) horas de bus.
Dos minutos después...
-"¡¡¡MARIU!!! ¡¡Prepara la maleta!! En media hora tenemos que estar en el ministerio de Defensa. Ellos nos llevan a Cochabamba..."
Y así es como conocimos a nuestro querido Coronel (y no creo que a este le falte quien le escriba), una suerte de Sidney Poitiers boliviano con acento cruceño y muy pero que muy salao. De camino a El Alto (otra vez en El Alto, sí, hemos salido de allí tantas veces como de Cocha) y mientras hacía las veces de copiloto llevando el maletín del coronel en el regazo, me entero de que nos dirigimos a Cochabamba en viaje oficial para presenciar la entrega de unos tractores del Ejército... ¿¿¿¿UNOS TRACTORES????.
Pero antes, íbamos a ser testigos del aterrizaje en La Paz del primer avión de carga de la aviación boliviana. Pongo cara de espanto mientras pienso: "espero que Mari Luz le haya dicho al Coronel que nosotras sólo vamos para ver a Evo Morales el sábado". Trago saliva: en menos de cuatro horas teníamos que estar entregando dos piezas, una para P y otra para eE y antes de eso haber viajado a Cochabamba después de un cóctel con nosecuantos ministros en el aeropuerto y después disimular y hacer como si nos interesa cubrir la entrega de unos tractores donde ¡yesuscraist! perdió el sombrero.
Acto tercero
Miedo, intriga, dolor de barriga... Mientras aterriza el famoso avión, decido que en P y eE nunca me pagarán por morderme las uñas y que lo mejor es encender el ordenador y ponerme a trabajar en medio del hangar.
Cinco minutos más tarde...
"La batería está agotada. Conéctese inmediatamente a la red eléctrica"
Jarr, ¿qué hago? ¡Eureka! Voy a colarme en las oficinas de la aviación militar boliviana a enchufarme en cualquier sitio. Entro y pido permiso amablemente a una señora que casualmente pasaba por allí. Permiso concedido. Termino la pieza para eE y pienso, ¿por qué no mandarla de una vez? De nuevo saco la chica amable que hay en mi y otro señor que casualmente pasaba por allí me ofrece el cable para conectarme a internet. No va. Me dispongo a ser amable de nuevo pero no hay nadie que casualmente pase por allí. Me tomo la justicia por mi mano. Usurpo un ordenador de quién sabe qué empleado de la aviación militar boliviana. Abro explorer. Escribo: "uve doble, uve doble, uve doble, punto..." y automáticamente me lleva a la última página que fue abierta en ese ordenador "...putas punto com". Olvido lo que acabo de ver y mando la pieza. ¡Prueba superada!
Acto cuarto
Seguimos en La Paz y nos estamos poniendo finas a canapés en el coctel posterior al aterrizaje del primer carguero de la aviación boliviana. Es posible que haya empujado a un ministro para atrapar al vuelo un trozo de queso ante de subirme al avión que me llevará ¡¡¡por fin!!! a Cochabamba. ¡Toma ya! Lo conseguimos: volamos gratis a nuestro destino. Como compañeros de viaje, nada más y nada menos que el ministro de Defensa y el de Planificación.
Ya en Cocha, dolor de barriga otra vez. Tenemos que entregar dos piezas para P en menos de dos horas. Con dos sonrisas de oreja a oreja nos acercamos al apuesto Coronel y le echamos más morro que espalda: "Tenemos un problema. Nos acaban de llamar que escribamos nosecuantas palabras más y que las entregemos en menos de una hora". Pucherito. Sonrisa. Pucherito.
El Coronel pone cara de póker. Se acerca a un teniente y le expone el tema. El teniente pone cara de póker. Se acerca a un capitán y le expone el tema. El capitán pone cara de póker. Se acerca a un general...
Diez minutos más tarde...
Nos encontramos escribiendo como locas desde los despachos de sendos militares que dan vueltas a nuestro alrededor mientras nos miran sin saber muy bien qué hacer. Uno de ellos aprovecha la coyuntura para echar una cabezadita. El otro no para de hacer preguntas de difícil respuesta:
- "¿Qué opinan de Bolivia?"
- "¿Qué les parece la lluvia?"
Unas horas más tarde estamos llegando a nuestro hotel en Cochabamba (después de ver la entrega de los tractores, por supuesto) en un taxi invitadas por dos simpáticos colegas colombianos. Uno de ellos, muy servicial, nos apunta sus datos: "para lo que queráis, si necesitáis información sobre Colombia, material... hotel XXX, habitación 406..." (¿¿¿necesito saber tu número de habitación para que me des información sobre Colombia???)
Acto quinto
Increíble viaje de prensa con Evo Morales en peregrinación a su tierra adoptiva, El Chapare (él vota allí). Almuerzo: trucha, trucha y más trucha con vistas a la montaña tropical. Un dato, Mari Luz y yo estábamos ya llenas y contentas después de darnos un atracón a pescado cuando descubrimos que eso era sólo el aperitivo (¡oh cielos!).
Termina el almuerzo y las periodistas impúdicas vuelven a la carga: "Tenemos que volver a Cochabamba esta tarde porque tenemos que entregar una pieza sobre esta comida y coger un avión a las ocho de la tarde". Sin dejar de sonreír, una afanada encargada de prensa de la prefectura cochabambina nos consigue al instante "una movilidad" consistente en un viaje de una hora en 4x4 con un chófer oficial, un guardaespaldas del 'hermano Presidente', un periodista encajado con nosotras en el asiento trasero y su cámara en el maletero.
De nuevo, prueba superada. Llegamos a tiempo para escribir la pieza, mandarla y sobró un ratín para tomarnos un par de jugos de frutas cada una antes de coger el avión de vuelta a La Paz
Acto sexto y último
Esperando el avión, aparece nuestro ya querido guardaespaldas. Como quien no quiere la cosa, comienza a contarnos divertidas anécdotas del 'hermano presidente', al que se nota que tiene bastante cariño: "Hoy, antes de llegar a la comida, se le antojó comer chicharrón y nos hizo parar a todos". También nos enseña fotos del presi jugando al fútbol.
Ya en La Paz, intercambianos teléfonos y nos despedimos hasta la próxima. La gran pregunta otra vez, ¿cómo volvemos al hotel sin pagar los 40 bolivianos (4 euros) que cuesta un taxi de El Alto a La Paz? Ponemos carusa y miramos a G., the bodyguard, de reojo. Él nos mira desde lejos. Pucherito otra vez. G. habla con sus compañeros y nos miran. Carusilla. G. se acerca. "¿Chicas, os llevamos?"
Y esta es la historia de cómo en la víspera de las elecciones llegamos a nuestro hotel en un coche presidencial.
Oh yeah!